En eso que el sargento da la orden al cabo y le dice: mañana a las 9:30 tendrá lugar el eclipse del señor coronel en traje de campaña por efecto del sol. Si llueve en el gimnasio, hecho que no ocurre todos los días, se saldrá al patio.
Y el cabo le dice a los soldados: mañana, a eso de las 9:30 , parece ser que el sol en traje de campaña, eclipsará al señor coronel en el gimnasio, lástima que esto no ocurra todos los días.
Y es que, como todos sabemos, la realidad siempre acaba superando a la ficción…
Para todos aquellos que ya conocían el chiste, decirles que me ha parecido la mejor manera de darles a conocer dos cosas: la primera es que soy un gran admirador de Eugenio; y la segunda es que no he encontrado mejor manera de representar el galimatías que estamos viviendo en los centros educativos durante los últimos meses a causa de las instrucciones de final de curso 2019-20 e inicio del curso 2020-21.
Buenos días o buenas tardes, dependiendo de si usted, querido lector, es de los que ya se encuentra de vacaciones y ha decidido, junto al café de la mañana, ojear #elturistadigital en busca de algo entretenido o interesante, o de si todavía es de los que, una vez acabada la jornada laboral, busca algo donde poder evadirse de la realidad. Si cumplo con alguna de estas expectativas, me daré por satisfecho. Si no es así, y en cualquier caso, sea bienvenid@.
Permítanme presentarme: soy miembro del equipo directivo de un centro escolar de la provincia de Alicante que, además de las gestiones burocráticas propias del final de curso, tiene que encargarse, por un lado y junto con mis compañer@s, de gestionar el funcionamiento del centro (cosa que hacemos por vocación y por la que no encontrarán en mis palabras el menor atisbo de queja) y por otro, informar a las intranquilas familias de cómo está yendo esa gestión en una situación excepcional como la que estamos viviendo. Y si por algún casual es usted padre o madre de un alumn@ que se encuentra en edad escolar, créame que este artículo le interesa.
Conviene que sepan que, para la toma de decisiones sobre el funcionamiento de un colegio, a los últimos a los que se les consulta es a los miembros de los equipos directivos, con lo que, llámenme loco, pero algo falla.
Una vez puesto todo el mundo en antecedentes, voy a centrarme en algunos puntos que ilustrarán la metáfora del “eclipse de sol dentro del gimnasio” en cuanto al cambio de decisiones por parte de la Administración en todo este tiempo. Y permítanme que insista, todo ello sin que se nos pidiera ningún tipo de opinión al respecto.
- INFORMES DE FINAL DE CURSO
A finales del mes de mayo, empezamos a recibir información desde Consellería sobre las pautas a seguir a la hora de elaborar un informe individualizado para evaluar el trabajo de nuestros alumnos durante este último trimestre. No les exagero: hasta en cuatro ocasiones ha cambiado el modelo a través del cual teníamos que transmitir información detallada a las familias sobre el progreso de sus hij@s, qué contenidos se habían podido ver y cuáles no, entre mucha otra información. ¿Saben lo mejor de todo?: las últimas instrucciones indicaban que lo mejor sería seguir el formato que habíamos utilizado hasta ahora, añadiendo toda esta información en el apartado “OBSERVACIONES”.
- ORGANIZACIÓN DE LOS GRUPOS
La idea principal en la que la Administración ha basado su estrategia la hora de organizar los grupos dentro del colegio ha sido la siguiente: diferenciar entre “grupos burbuja” (los alumnos comparten todo el tiempo con un solo profesor/a) y “grupos no estables”, donde sí cabe la posibilidad de que profesores especialistas entren en el aula a impartir su materia. Como idea no me parece mal, pero una vez más, el desarrollo de la misma está siendo caótico. Y digo “está siendo” porque mucho nos tememos que esto no ha acabado. Las opciones han ido oscilando de la siguiente manera (me imagino el diálogo):
- Consejero de educación: “Estableceremos un máximo de 20 alumnos por clase para asegurar que se respete la distancia mínima entre alumnos de 1’5m.”
- Portavoz de directores: “Eso supone que hay que contratar más profesorado ya que habrá que ajustar , en muchos casos, los grupos.”
- Consejero de educación: Pues entonces subimos la ratio a 25 alumnos por clase y adiós al problema.
- Portavoz: Pero así era como estábamos antes de la pandemia, señor Conseller.
- Consejero de educación: ¿Y acaso estaban mal los chiquitos? Siguiente asunto.
No sólo en cuanto a la ratio, el tipo de diálogo se puede trasladar a cómo empezaron diciendo que se consideraría grupos burbuja de 1º a 4º, para después decirnos que solo serían obligatoriamente 1º y 2º, pudiendo ser grupos no estables de 3º a 6º. Que no podrían entrar especialistas en 1º y 2º, para después decirnos que, en caso de que se respete la distancia mínima de 1’5m entre el profesor y los alumnos, sí que podrían entrar especialistas en 1º y 2º, pero acompañados del tutor/a.
Lo mismo ha ocurrido con la organización del comedor escolar. Es curioso ver cómo se empezó afirmando que los alumnos comerían en clase con un monitor por grupo y, al ver el incremento económico que eso suponía, se ha vuelto a la situación primitiva, donde el número máximo de alumnos a los que un monitor puede atender es de 40. Es decir, un monitor de comedor de 1º o 2º, tendrá que atender a dos grupos burbuja al mismo tiempo y evitar que se mezclen, de los contrario no tendría ningún sentido todas las medidas que se han tomado anteriormente. Imagínenselo por un momento: dar de comer a 40 niñ@s en un tiempo máximo de 45 minutos yendo de un lado para el otro.
Por supuesto que entendemos que esta situación es nueva, muy difícil de gestionar por la cantidad de variables, pero como miembro de la comunidad educativa, y por si esto llega a oídos de algún responsable político, déjenme darles un pequeño consejo: al igual que no hay nadie que conozca mejor los entresijos de un edificio que el portero, que nunca habrá alguien que pueda saber mejor que una madre acerca de dónde has podido dejar esa camiseta que no encuentras, son l@s maestr@s y, en concreto, los equipos directivos, quienes pueden asesorar a cualquier inspector o cargo político sobre la mejor alternativa posible a la hora de organizar un centro que conocen, después de muchos años al pie del cañón, como la palma de su mano.
Y a pesar de todo lo expuesto, papás y mamás, pasen un feliz verano. Y no se preocupen, al final todo saldrá bien.
Higinio Íñigo
Jefe de Estudios